Si no es así desmiéntamelo. Vamos, dígame que el taxista es un excluido, dígalo si lo piensa. Yo se lo retruco a lo largo de este artículo, Usted, después, recapacite. Veamos algunos ítems interesantes…nótese que dejamos muchos en el tintero.
Factores Climáticos: El amanecer del día determina la conducta a seguir. Si llueve se puede quedar una ratito más en la cama, una ratito o todo el día. Si hace calor sale con la fresca o lo deja para la noche y el mediodía lo pasa en la quinta de un amigo que se atarea de casero. Cuando hay alerta meteorológico deja el coche en el garage, total “no me voy a arriesgar con un día así, mirá si graniza”.
El Horario: A su gusto y antojo. Digamos que no es un trabajo para adictos al laburo. Si es perezoso puede arrancar pasado el mediodía, con los ojos hinchados de tanto apolillar para nuestra para nada sana envidia. El almuerzo lo toma cuando pica el bagre (y todas las veces que pique), un café no se le niega a ningún amigo que lo llame al celular (porque todos tienen celular), y hasta alguna cervecita alguno se ha clavado. Si es noctámbulo, larga después de la cena, se labura bajo las estrellas y se duerme arruinado con los primeros rayos de sol de la mañana. El día que le pinta la fiaca, es San Fulano, y a darle a la almohada. Si le viene la modorra, el pasaje Gelly, cerca de Plaza Mitre, ahí en Recoleta, es un siestero de aquellos, mete el tacho en la cola y a dormir que se acaba el mundo.
Beneficios: Son muchos, innumerables y el lector puede agregar tantos como le de la gana. Cuánta facilidad tienen estos tipos para echarse una canita al aire!!!, nadie sabe dónde están, nadie sabe cuánto recaudan, se pueden meter en cualquier telurio con una señorita gastarse el jornal en lujo y placer para luego llegar a la casa con cara de Cristo crucificado diciendo: “vieja, no sabés cómo yiré hoy, hay una malaria impresionante, esto se va a la mierda…”. Y ahí empalmamos con otro clásico de este oficio, los tipos son predicadores de la verdad. Y la dicen con total impunidad. “Mirá que yo cargo gente acá y todos van a votar a la contra, si gana es fraude y lo sacan a patadas…” si, con la boca de coté y mirándonos por el retrovisor con cara de “pibe yo está me la se lunga”. Otra, son expertos economistas y/o sociólogos, “son todos giles, nene, esto yo ya lo ví, esto explota, se va al carajo”, ningún avezado economista puede prever, intuir ni conocer lo que estos seres aprendieron yirando con el tacho, ninguno.
No me diga que nunca le pasó que se le metan en la conversación con su acompañante ocasional, eso puede ser opinando, tomando partido o simplemente haciendo una insoportable sonrisa espasmódica que completan las líneas finales del diálogo.
Ni hablar que por el espejito pispean las partes pudendas de las pobres señoritas que hacen un esfuerzo por entrar al coche, asquerosos.
Omnipresencia: Nada como tomar un taxi a la salida de la cancha y empezar a comentar el partido. Ahí se dan 3 situaciones espectaculares. O bien jugó al fútbol hasta la 3º de algún club de renombre, seguramente a 1º no llegó por una lesión mas o menos trágica o por los típicos “acomodos” (ahí nos aclara que el fútbol es un arreglo inquebrantable y que en la cancha gritamos de tarados que somos nomás, él ya no, porque sabe “cada cosa”) o, la peor de todas, te discuten con una seguridad categórica todas y cada una de las jugadas, ¡¡¡ A vos que salís de la cancha y el lo escucho por radio!!!!, pero la mejor es que todos (todos) estuvieron o cuando debutó Maradona o el día que Francescoli hizo la chilena, o lo vieron a Rojitas de chiquito jugando a la mancha en el barrio. Es increíble pero estuvieron en todos lados, cuando bombardearon la Plaza, cuando De La Rúa huyó, o en las situaciones en las que todo el mundo se guardó ellos aseguran haber yirado, con seguridad y sin sonrojarse, o cuando volvió Perón, “yo fui, no sabés lo que fue eso, de pedo no me emplomaron”. Casi todos sufrieron un asalto y, salvo honrosas y honestas excepciones, todos repelieron el peligro cual héroe de esos que salen en Uniseries, tienen algún cohetazo en el cuerpo (nunca visible) y resistieron “porque yo el auto no se lo doy, 40 tiros me tienen que meter para sacármelo”, o la típica, “los fui a buscar” y “esos no joden más”, si el pasajero es una señorita, el episodio, seguramente, tomará ribetes épicos.
Después de leer estas líneas verifique su rechazo a nuestra teoría de que estos señores son elegidos del señor en esta vida, todos lloran miseria pero…alguien conoce un taxista pobre?, por empezar, todos tienen auto y siempre se van de vacaciones (después nos lloran hasta cuanto gastaron)…en fin, sírvase este pequeño racconto sobre las veleidades del taxista, al menos, para darle una mano a nuestros jóvenes inmersos en sus profundas crisis vocacionales…